DAR TIEMPO AL TIEMPO


Es difícil pedir tiempo en el fútbol, pero el futuro de cualquier proyecto depende de la paciencia que puedan disfrutar quienes los crean, y de la que puedan otorgar quienes sean los encargados de rendir cuentas y responsabilidades ante el verdadero motor de un equipo, su gente. Sevilla es una ciudad que todo lo vive intensamente, y tan rápido se emociona contigo como te crucifica, pero hay que saber medir los tiempos.

El Sevilla FC se ha lanzado a una nueva idea, arriesgada y comprometida con ciertos conceptos que, para su correcta aplicación, precisan de coordinación, entrenamiento y competición. Se han firmado perfiles que sienten esa idea, pero el fútbol no es tan sencillo como poner a los buenos. Se viene de una época en la que se jugaba a algo completamente distinto, y con cambios drásticos en la configuración de la plantilla. Un modelo de juego es mucho más que la suma de individualidades. El todo es más que las partes. Se trabajan principios, se generan contextos y se establecen sinergias. Se fichan perfiles parecidos porque se acortan los procesos de adaptación. Porque el fútbol, en gran medida, se basa en crear organizaciones en las que cada uno sepa lo que tiene que hacer y lo que hace el compañero, a fin de que sean capaces de compartir una determinada forma de jugar y sentir el juego. El resultado de lo que ven es fruto de un trabajo de creación y modelación que lleva meses y que está muy lejos de ser automático. Se trata de convertir ideas en hábitos, y eso necesita tiempo.

Y asumiendo el tiempo que se necesita para construir el modelo, que no es poco, el equipo se encuentra en la fase inicial. Prueba y error. Es importante que se gane mientras se define, porque el resultado es, nos guste o no, lo que da garantía a una idea. Avanzar mientras se gana es el mayor regalo para la evolución colectiva. Es tiempo para trabajar sin la presión del resultado, para dar forma a la idea. Ganar no siempre indica que vayas en las dirección correcta, pero al menos te permite tiempo para encontrar el camino. Y hay que ser lo suficientemente inteligente y honesto para saber qué es consecuencia del juego y qué fruto de la calidad individual. Si importante es saber por qué se pierde aún lo es más saber por qué se gana y no otorgar razones equivocadas a la victoria.

Al Sevilla volvió a costarle construir desde la defensa organizada. Es normal, llevan años sin hacerlo y los miembros de esa línea no han cambiado. No es fácil cambiar las costumbres, y menos aún con jugadores que no han sentido nunca esa idea, al margen de Nico Pareja, alumno aventajado del equipo. Y ese es el primer objetivo del cuerpo técnico, que el vestuario crea en la idea. Y creer no es simplemente estar de acuerdo, es sentir. Asimilar todo el contenido táctico y convertir lo que ahora parecen mecanismos en fase de iniciación, imperfectos, en hábitos que se desarrollen de forma inconsciente. Así es como se consigue el éxito. La meta es sentir el juego.

Vimos a Sergio Rico intentando, aún sin el convencimiento de lo que hacía, salir en corto. Son los primeros pasos para que lo mecánico se transforme en instintivo, partiendo de la base de que la mejora técnica, que puede llegar, nunca va a terminar de suplir una realidad: no es ese tipo de portero ni lo han "educado" de esa forma. Carriço y Kolo hacían lo que podían, pero no consiguieron dividir nunca ni filtrar entre líneas, y eso es clave para articular el juego desde atrás. Kolo volvió a estar impreciso. Lo intenta, pero sus pérdidas generan situaciones de peligro que pueden ser determinantes con rivales de nivel medio-alto. Atrás no llegan los apoyos. Kranevitter fija, pero le cuesta ofrecerse. Ni N´Zonzi ni Iborra bajaron a los costados para abrir la línea de pase. N´ Zonzi no es ese tipo de futbolista. La altura de sus recepciones va a determinar su influencia en la progresión del juego. Él no debe ser el primer receptor. Hace falta alguien que baje y "obligue" al apoyo a Kranevitter, un interior de posesión -perfil Parejo- que vaya a la base de la jugada y no retrase a N´Zonzi 10 metros, para permitir al francés recibir más adelante, donde es un maestro a la hora de encontrar el espacio.

Al margen de todas esas carencias, es evidente que la intención es construir una salida elaborada. Si no hay interior receptor en la base se necesita más si cabe que los centrales salgan en conducción y consigan producir ventajas. Ninguno consiguió hacerlo, y el Sevilla lo notó. Cuando el rival presionaba alto ni los centrales conducían ni el mediocentro bajaba para generar superioridad ni los interiores se ofrecían por delante. Hemos hablado muchas veces de la idea de integrar el juego posicional con un ataque más vertical para encontrar esa nueva versión del juego que nos muestra Sampaoli y que tanto trabajo necesita. Los de arriba encuentran bien la profundidad, pero falta talento para llevarles la pelota y que reciban de cara. Cuando pesaban las piernas el equipo se pausó más en salida, pero el Mainz ya no presionaba tanto y los espacios no se creaban, sino que se administraban. Por eso no es fácil valorar la evolución que hubo en la creación en la segunda mitad, porque nacía más por la falta de presión que por la capacidad de desorganizar.

Las sociedades se van generando y los jugadores poco a poco se están encontrando, con los compañeros y consigo mismos, que de eso trata todo esto. Konoplyanka activo -menos, eso sí, porque le faltó Correa para recibir apoyo por dentro-, Kranevitter defendiendo muy alto y facilitando el robo arriba -excepcional su trabajo "defensivo", silencioso líder que permitía al resto organizarse 30 metros más cerca del área- y N´Zonzi produciendo y dinamizando los ataques.

El camino es largo, y habrán piedras, pero el equipo empezará a sentir. Y cuando sientan lo que hacen el juego será más fluido. Paciencia, apenas empiezan a conocerse. 

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